El origen de la tapa

Desde los Reyes Católicos hay referencias populares que mencionan que en sus rutas y largos viajes paraban en fondas donde se les servía bebida "tapada" con una loncha de jamón, con el objetivo de que el vino no cogiera polvo ni en él bucearan las moscas. Hasta el mismísimo Cervantes lo menciona en pasajes del Quijote o de sus Novelas Ejemplares.

La tapa está asociada a los bares. No a los restaurantes de mesa y mantel, sino a las añoradas barras y mesas altas en las que apretarse entre el gentío. “Las tapas se han convertido en uno de los elementos más representativos de la identidad no solo alimentaria, sino cultural de nuestro país, adquiriendo un gran reconocimiento internacional que las asocia ya inevitablemente a lo español”.

Pero incluso en contextos más o menos formales, las tapas han llegado con el tiempo a la alta cocina. Desde el mismísimo Adriá a cualquier chef de restaurante con estrella Michelin de España tira de ellas para exquisitos bocados o para versiones más casuales de sus negocios.

Aunque sabemos que el uso más extendido de la tapa es no llegar desfallecido a la comida principal. 

Sea cual sea su origen, el caso es que las tapas llegaron para quedarse y son la envidia del planeta. No nos cabe duda de que la UNESCO terminará por certificarlas como Patrimonio de la Humanidad. Mientras tanto, ¡qué hambre! ¿Nos vamos de tapas?

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